La importancia de nuestro voto

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En unos días más, como país viviremos una nueva elección presidencial y dependiendo de la circunscripción y distrito senadores y diputados. Ello nos lleva a preguntarnos sobre la importancia de este momento.

Los procesos eleccionarios constituyen uno de los pilares fundamentales de nuestra democracia. A través de ellos, la ciudadanía ejerce su soberanía y se legitima el ejercicio del poder político, garantizando que la autoridad emana de la voluntad popular. Por ello, el proceso eleccionario, representa un espacio institucionalizado de participación y deliberación.

Desde una perspectiva política, las elecciones permiten la renovación periódica de las autoridades y resguardan la alternancia en el gobierno, ambos, elementos esenciales para defender la democracia en la medida que impiden la concentración del poder de algún grupo. Así también, limitan la corrupción. Por otra parte,  posibilitan la expresión de la pluralidad política y social mediante la competencia de proyectos, ideas y visiones de desarrollo, configurando un sistema de representación que busca reflejar la diversidad de la sociedad política.

No obstante, el fortalecimiento de la democracia no depende únicamente de la existencia formal de elecciones, sino también de la participación efectiva y consciente de la ciudadanía. La abstención electoral, cada vez más extendida en diversos contextos, constituye una amenaza latente para la legitimidad del sistema democrático. Cuando amplios sectores de la población se marginan del proceso electoral, el principio de soberanía popular se debilita y se amplifica el riesgo de captura del poder por parte de minorías.

En consecuencia, la formación ciudadana, la transparencia institucional y la confianza en los procesos electorales resultan factores decisivos para preservar la calidad de la democracia. Votar implica más que elegir representantes, es un acto de responsabilidad pública y una expresión de compromiso.

Los procesos eleccionarios son el mecanismo mediante el cual la ciudadanía reafirma su pertenencia a una comunidad política y renueva el pacto democrático. Su cuidado y fortalecimiento constituyen, por tanto, una tarea permanente y colectiva.