Más allá del aula, la vocación que transforma

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El 16 de octubre se celebra el Día del Profesor, una fecha que invita a reconocer a quienes, con su trabajo diario, sostienen uno de los pilares más importantes de la sociedad, la educación.  Así lo visualizó Domingo Sarmiento en nombre de quien se instauró inicialmente día. Se reconoció así, la visón de quien vio la relevancia y la necesidad de formar a los pedagogos.

Sin embargo, en los últimos años, hemos sido testigos de una realidad cada vez más preocupante, la creciente violencia hacia los profesores. A pesar de lo cual, la mayoría no claudica. Profesores y profesoras, día a día mantienen la certeza que enseñar sigue siendo una forma de transformar el mundo.

Ser profesor en la actualidad, es mucho más que impartir contenidos. Es escuchar, contener, orientar y, muchas veces, reparar el vacío que la sociedad deja en niños y jóvenes. En medio de la incertidumbre, de la falta de recursos y del desgaste emocional, los profesores siguen cumpliendo su tarea con una vocación que trasciende lo laboral, tienen un compromiso ético, tienen amor por la enseñanza y las personas.

Frente a la violencia, la indiferencia o la desconfianza, los profesores encarnan una forma silenciosa de resistencia. Siguen creyendo en el diálogo cuando otros optan por el grito; en el respeto cuando predomina la agresión; en la palabra cuando impera la descalificación. Cada clase es, en el fondo, un acto de fe en el otro y en la posibilidad de construir una sociedad más justa y empática.

Por eso, este 16 de octubre no basta con agradecer. Es necesario reconocer el mérito de quienes, pese a todo, siguen enseñando. Porque en sus manos, en su paciencia cotidiana, en su sabiduría, se mantiene viva la esperanza de una sociedad mejor, la esperanza del sentido de la educación, la esperanza de que más allá de la violencia, la pedagogía sigue siendo la vocación primigenia de la humanidad.