Sábado 25 de octubre de 2025 |
Publicado a las
20:26 | Actualizado a las 20:26
Hoy es Halloween ¿y mañana?
Hoy es Halloween ¿y mañana?
Desde hace un tiempo, finalizando fiestas patrias, el comercio comienza a ofertar disfraces y adornos propios de una fiesta del hemisferio norte: Halloween. Por otro parte, cafés y restaurantes son decorados con los elementos alusivos a la fiesta ya señalada. Nuestras calles, así como algunas casas son decorados con zapallos o ahora tendremos que decir calabazas, fantasmas, brujas y otros.
Halloween, una celebración de origen anglosajón, se ha instalado con fuerza en nuestro calendario, sumándose, y este es el problema, sin reflexión a nuestro calendario. Pero ¿qué estamos celebrando realmente? El origen es una antigua tradición celta vinculada con el inicio del invierno. Inviernos europeos que sin duda para un importante porcentaje de la población significaba la muerte. La falta de alimentos, más la crudeza del clima generaban un inmenso temor. Durante la noche que con el correr de los siglo se denominará Halloween era el momento en el que el mundo de los vivos con el de los muertos entraban en contacto.
La incorporación de Halloween en nuestras costumbres revela la facilidad con la que adoptamos lo externo sin abordarlo críticamente. No se trata de rechazar lo foráneo, sino de advertir cómo prácticas globalizadas vacían el sentido comunitario y transforman la cultura en espectáculo. En lugar de fortalecer nuestras propias tradiciones de fines de octubre e inicios de noviembre como es la conmemoración del día de los Santos y difuntos, se ha impuesto la costumbre del disfraz y la búsqueda en las calles de dulce o truco, concepto que no logro entender.
La globalización cultural tiene efectos. Instala símbolos, valores y hábitos que terminan modelando nuestra identidad. Lo preocupante es que Halloween ha llegado sin una adecuada mediación, sin una adecuada reflexión sobre la muerte, lo sagrado o el miedo. Se ha instalado asociado a un momento de consumo. Dulce o truco ¿qué implicancia tiene? ¿O es sólo una frase que imitamos y repetimos?
El problema no es en sí celebrar o no. El problema es confundir identidad con imitación. Recuperar nuestras propias formas de celebrar, con sentido y arraigo, puede ser un acto pequeño pero simbólico puesto que la cultura, y ello no debemos olvidarlo, se construye sobre pilares que son constituyentes de nuestra sociedad.






